viernes, 1 de marzo de 2013

Ritos de cortejos de antaño.

Hya ciudades de provincias en Chile dónde, para facilitar las cosas a los muchachos y muchachas, el paseo de la plaza de armas se hace en forma ya establecida desde hace siglos: los hombres caminan en un sentido y las mujeres, en el otro. Si un hombre se junta con una mujer, tiene que tomar el sentido en que circulan las mujeres. Esto lo ví, hace años en la Serena, capital de la provincia de Coquimbo.

El lápiz de Don Enrique.

Los alumnos del curso nos reunimos y acordamos dirigirnos al Rector para pedirle que nos devolviera a nuestros profesor Dn. Joselín. Fuimos a la Rectoría unos diez alumnos. Dn Enrique nos recibió de inmediato. Nos escuchó en silencio, mientras jugaba con el mismo lápiz de plata amarrado a una cadena que yo había conocido en 1922, en mi primera entrevista con él. (Mi primera reacción fue muy curiosa:¿Cómo, todavía no lo ha perdido?; debe ser un hombre muy cuidadoso y ordenado. Años después, en 1969, como Rector de la Universidad de Concepción, de la que Don Enrique había sido el primer Rector, por más de 30 años, organizamos una exposición de las cosas personales y características de Dn. Enrique. Pedí a su esposa, Sra. Esther Barañao de Molina, su viuda en esos momentos, si tenía ese lápiz de plata de Dn. Enrique, que notaba no se encontraba entre los objetos que ella había prestado para la exposición. Se admiró mucho de mi pregunta. Le conté como yo había sabido de su existencia . Lo fue a buscar y me lo entregó con muchas recomendaciones: no lo vaya a perder; Enrique lo quería mucho, porque lo acompañó toda su vida.

La especialización.

Con mis 44 años de profesor titular de Anatomía humana, de los que mas de 30 lo han sido, además de Neuro Anatomía, creo haber reunido en mi vida alguna experiencia al respecto de las evaluaciones prematuras del coeficiente intelectual de los niños. Conocido es el caso del Albert Einstein a quien un profesor europeo rechazó por estimarlo incapaz mentalmente.
En efecto, compañeros míos, ex-alumnos y amigos, y también conocidos, me han dado grandes y agradables sorpresas en este terreno. Muchachos que parecían bastante limitados han llegado a ser verdaderas revelaciones y éxitos rotundos en lo profesional, artísticos, social y político.
Es cierto que, en muchos de ellos, han tenido el acierto de especializarse. Me explico, y perdónenme los señores especialistas. No es mi ánimo molestarlos, menospreciarlos. Sólo deseo poner las cosas en su lugar, de acuerdo a mi criterio, naturalmente. Gracias a la especialización que consiste, como es bien sabido en saber más sobre menos y menos, muchos técnicos y profesionales llegan a adquirir un dominio total sobre ciertas materias. En esta forma, manejar, con eficiencia extraordinarias técnicas, aparatos e instrumentos correspondientes a esa parte muy limitada y precisa de la ciencia y del arte que exige esa determinada especialidad.
Como ocurre con muchas de las actividades humanas, también entre los especialistas los hay grandes y corrientes. Los primeros, los grandes, son los creadores, los que investigan, los que marcan rumbos originales. Los otros, los corrientes, son los que "siguen aguas", los que se sub-especializan en determinados problemas, pero que no se aventuran en ciertos terrenos. Son, como diríamos refiriéndonos a cirujanos muy buenos operadores y diagnosticadores de ápendices, intervención en el interior del tórax. En cierta ocasión, uno de estos "cirujanos corrientes", hizo ante los alumnos una apendicectomía en menos de tres minutos y a través de una incisión de unos cuatro centímetros. Admirable, exclamó mi vecino. NO dije nada, pero recordé mi visita a una fábrica de cajones. Jamás me había imaginado que, de un sólo martillazo, un hombre pudiera clavar un clavo en forma tan perfecta a través de una tabla cuyo borde no veía y que medía alrededor de un centímetro de grosor. Es el entrenamiento concluí, porque lo que es yo, o cualquier hijo de vecino, necesita varios golpes de vecino, necesita varios golpes de martillo y lo más probable es que la punta del clavo le aparezca en una de las caras de la tabla que está de canto.