miércoles, 23 de enero de 2013

El día del maestro, siendo Ministro de educación pública ....


Las fuerzas armadas chilenas estaban bombardeando desde el aire la sede de Gobierno de Chile, que sabían que no tenía como responder ese ataque. El comandante en Jefe de las Fuerza Aérea, general Leigh. que hacía menos de 20 días había recibido ese alto cargo de manos del Presidente Allende y le había jurado lealtad, había ordenado que lo asesinarán. La Moneda empezó a arder. Todos los que estábamos en mi oficina, no podíamos dar crédito a lo que estábamos viendo.
¡ Miserables !, exclamé, Vayan pronto, ordené a quemar toda la documentación comprometedora y, especialmente lista de nombres de partidos de izquierda. Ya lo han visto: éstos no tienen escrúpulos algunos, son capaces de las mayores infamias.
Cuando ya quede sólo, me dedique a revisar mi porta documentos, mis bolsillos y mi escritorio. Destruí algunos papeles personales que no tenían mayor importancia, pero por ser personales, no deseaba que los leyeran los militares traidores.
Sobre mi escritorio, estaba mi discurso para el Día del Maestro y el borrador escrito a lápiz, con muchas correcciones, que había redactado esa madrugada antes de recibir el llamado telefónico de mi hermano comunicándome el alzamiento militar y ofreciéndome su casa para que me ocultara. Los leí y consideré que debía conservarlos conmigo para que mis captores y carceleros vieran de qué estábamos preocupado los Ministros del Gobierno Popular: de premiar a nuestros abnegados educadores.
Más adelante comprendí, que había estado equivocado, pues había olvidado que los uniformados chilenos odian a los que estudian y enseñan. Lo han demostrado antes y después del Golpe y durante la dictadura que establecieron y mantuvieron en Chile durante 17 años.
Mi discurso en limpio fue requisado por mis carceleros oficiales de marina chilenos (que dolor me da decirlo: carceleros marinos), pero me dejaron el borrador a lápiz que, por considerarlo de gran valor afectivo para mí y además una demostración de cuál era mi pensamiento hasta el día mismo de en que fui tomado como "prisionero de guerra", paso a agregar una fotocopia de gran parte de ese escrito mío, entonces Ministro de Educación.





Como mi letra esta muy lejos de ser caligráfica, voy a escribir a máquina, a "traducir", lo que digo en el borrador cuya copia foto estática ya expuse. Debo hacer presente que en esta "traducción", voy a incluir en la línea correspondiente, todos los agregados que como correcciones, he colocado encima de las líneas manuscritas.

Para el día del Maestro:
(Borrador que escribía a las 06:30 AM el 11-sept-73, cuando me avisaron de la sublevación de las Fuerzas Armadas).
"Nos corresponde hoy día cumplir una de las funciones mas gratas: Rendir homenaje al Maestro.
"De inmediato el subconsciente nos lleva a recordar a aquéllos que nos enseñaron a leer y escribir y nos abrieron, así, las puertas de un mundo maravilloso: lo ocurrido en el pasado, lo que habían hecho otros hombres y mujeres, quedaba a nuestra disposición. Dejábamos de ser prisioneros de nuestra época, dependientes de lo que querían contarnos o decirnos los mayores que nos rodeaban.
La ocasión es propicia para recordarlos y para pensar también en todos aquellos que después, contribuyeron a nuestra educación.
¿Cuándo los vimos la última vez?
¿Los visitamos en alguna oportunidad?
¿Qué fue de ellos?
¿Están vivos?
Inexplicable tal ingratitud, tan generalizada, para quienes, cumpliendo la milenaria tradición salvadora de la especie humana, transmitieron a generaciones de niños las enseñanzas que les permitirán llegar a formar  su propio acervo cultural, desarrollar sus aptitudes naturales, despertar su curiosidad y espíritu de o observación, estimular su capacidad creadora, impulsar sus deseos de perfeccionamiento, de superación, de llegar a ser, de poseer una definida, sólida, auténtica, sana y generosa personalidad.
Frente a la seguramente no intencionada indiferencia de los discípulos, está la leal y cariñosa comprensión de los maestros.
No los han olvidado; por el contrario, los han seguido a través de los años, se han alegrado de sus éxitos como si se tratará de sus hijos.¿Frustración personal por que vida, a ellos mismos, no siempre le ha tratado bien? Nunca. Sus ex alumnos, a cuya formación contribuyeron tan decisivamente, han ido triunfando y eso los llena de alegría, porque ha demostrado que no estaban errados, que sus pensamientos y enseñanzas eran válidos y justos; que las llaves del éxito estuvieron en sus manos, pero que con generosidad propia de los verdaderos maestros y poco común en otras actividades, ellos entregaron desinteresadamente. Preferirían seguir enseñando y, silenciosamente, como el artista en su taller, cincelando nuevos valores, nuevas personalidades, nuevos factores multiplicadores de ciencia de cultura, de progreso, de bienestar colectivo.
Estamos en un mundo de cambios. No sólo en Chile se están produciendo transformaciones profundas. La liberación del África colonial casi ha pasado desapercibida para las mayorías nacionales preocupadas, como están, de problemas locales. En Asia, se ha producido el despertar de las masas que los países  poderosos quisieron detener mediante el empleo de las armas, pero debido al coraje y sacrificio del pueblo tan injustamente agredido, fracasaron. Suman mas de mil millones de niños, jóvenes y adultos que hoy día exigen educación, porque saben que gracias a ella podrán desenvolverse mejor en la lucha por la vida, en la conquista de su propio futuro, en la creación de una sociedad mejor.
Se estima que en 1970, mas de un tercio de la población mundial (34,2%) estaba formada por analfabetos mayores de 15 años, 783 millones, de los que 40 millones son latinoaméricanos.
¡ Qué inmensa tarea para los maestros ! ¡ Qué desafío para nuestra generación !
Entre nosotros por fortuna, y debido a la preocupación de nuestro Gobierno, el problema es bastante menos grave: teníamos 618.600 analfabetos mayores de 15 años en 1970, y ya en 1973, esa cantidad ha bajado a 424.000. En los dos y medio últimos año, Chile tiene un millón más de estudiantes, con lo que la matrícula total en estos momentos, en todas las categorías y edades, alcanza a 3.600.000. Respetable suma que nos permite abrigar fundadas esperanzas.






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